Les recomiendo leer el escrito completo: "El Prisionero No. 4935", en el siguiente enlace, el cual habla del sentimiento y la fortaleza de aquellos que tuvieron que enfrentarse a un campo de concentración, al tiempo que nos da la oportunidad de visualizar al Roble desde diferentes puntos de vista.
"Buchenwald no siempre fue un campo de concentración, su nombre en alemán remite a su pasado silvestre. En medio de ese paisaje, un árbol es testigo de las historias paralelas de la cultura y la barbarie humanas."
El árbol de Goethe Prisionero No. 4935 (fragmento)
Nota de la traductora:
La autoría de este texto encierra en su anonimato, más que la voz de un hombre, el testimonio de una generación. Además de Ernst Wiechert en su texto autobiográfico "El bosque de los muertos", y de Joseph Roth en su último artículo “El roble de Goethe en Buchenwald”, el famoso roble también inspiró a los prisioneros 44904 y 4935 del campo de concentración. El primero, Jorge Semprún, habla del roble en sus novelas "Aquel domingo" y "Viviré con su nombre, morirá con el mío". El segundo, que no ha sido identificado con certeza, es el autor de este escrito.
"Ocho kilómetros al sur de Weimar hay una montaña llamada Ettersberg. Antiguamente había en ella un bosque de hayas no muy espeso, e igual que hoy en las colinas vecinas los árboles eran robustos y habían crecido altos y rectos. Del extenso pedestal de sus raíces se desprendían los troncos que, lisos como columnas góticas, se elevaban a gran altura. En lo alto, las copas entretejidas semejaban una bóveda. Como los matorrales del bosque no eran frondosos, nada estorbaba la mirada y se tenía la impresión de encontrarse en una inmensa catedral gótica, como sucede todavía hoy en las colinas que lo rodean.
En medio del bosque, casi en la cima de la montaña, se erguía desde hacía siglos un imponente roble, un gigante magnífico. Frente a él, fascinado por la belleza de sus proporciones y el ritmo solemne de su larga vida, podía uno comprender por qué alguna vez se adoró a estos árboles como a dioses. Si bien el roble no se remontaba hasta los tiempos paganos, sí tenía su propia historia."
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero el Jardín Botánico siempre ha tenido una agradable propensión a los sueños a que los insectos suban por las piernas y la melancolía baje por los brazos hasta que uno cierra los puños y la atrapa.
Después de todo el secreto es mirar hacia arriba y ver cómo las nubes se disputan las copas y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes !ah! pero las parejas que huyen al Botánico ya desciendan de un taxi o bajen de una nube hablan por lo común de temas importantes y se miran fanáticamente a los ojos como si el amor fuera un brevísimo túnel y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.
Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble (también podría llamarlo almendro o araucaria gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo) hablan y por lo visto las palabras se quedan conmovidas a mirarlos ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos. Fuente: http://www.youtube.com/watch?v=WsIiWwuwZd8&feature
A un R o b l e tarde florecido
Coronel Urtecho - Nicaragua (1906-1994)
Un desmedrado roble sin verdor que seco ayer a todos parecía, hijo del páramo y de la sequía, próxima víctima del leñador,
que era como una niña sin amor que en su esterilidad se consumía, con la lluvia de anoche ¡oh, qué alegría! ha amanecido esta mañana en flor.
Yo me he quedado un poco sorprendido al contemplar en el roble florido tanta ternura de la primavera,
que roba en los jardines de la aurora, esas flores de nácar con que enflora los brazos muertos del que nada espera.
Rosalía de Castro - Santiago de Compostela
(1837 - 1885)
Torna, roble, árbol patrio, a dar sombra cariñosa a la escueta montaña donde un tiempo la gaita guerrera alentó de los nuestros las almas y compás hizo al eco monótono del canto materno, del viento y del agua, que en las noches de invierno al infante en su cuna de mimbre arrullaban. Que tan bello apareces, ¡oh roble!, de este suelo en las cumbres gallardas y en las suaves graciosas pendientes donde umbrosas se extienden tus ramas, como en rostro de pálida virgen cabellera ondulante y dorada, que en lluvia de rizos acaricia la frente de nácar.
¡Torna presto a poblar nuestros bosques; y que tornen contigo las hadas que algún tiempo a tu sombra tejieron del héroe gallego las frescas guirnaldas!
"El árbol de Guernica" es también el título de una canción (en forma de zortziko*) escrita en Madrid por el bardo vasco José María Iparraguirre, música de Juan María Blas de Antuna y Mascarua, concertista de órgano y primer organista de la basílica de Lequitio, en homenaje al árbol y los fueros vascos. La canción es un himno no oficial para los vascos. *zortziko es un ritmo típico de baile popular tradicional vasco-navarro.
Arbol de Guernica Canción (fragmento)
El árbol de Guernica es símbolo bendito que ama todo vasco con entrañable amor. Árbol santo: propaga tu fruto por el mundo mientras te tributamos ferviente admiración.
La tradición nos dice que el árbol de Guernica hace más de mil años por Dios plantado fue. Árbol santo: no caigas, que sin tu dulce sombra, completa, irremisible, nuestra perdición es.
No caerás, ¡oh roble!, si cumple sus deberes Vizcaya. Un noble abrazo sus hijos se han de dar. Y así las cuatro hermanas te prestarán su apoyo para que el vasco viva libre y en paz.
Para que nunca muera el símbolo sagrado doblemos la rodilla e invoquemos a Dios. Y el árbol sacrosanto vivirá eternamente siendo el himno de gloria de nuestra redención.
En tiempos ya lejanos, ¡oh patria siempre amada!, de tu suelo quisieron el árbol arrancar. Unámonos, hermanos, y luchemos sin tregua por defender el trono de nuestra libertad.
Roble antiguo y sin mancha: consérvate lozano, con primavera eterna, con eterno verdor. Ten piedad de nosotros y préstanos tu sombra, pues te adoramos todos con santa devoción.
El árbol nos responde: "Vivid apercibidos y que yo nunca muera debéis siempre pedir". No deseamos guerra, que en paz con nuestras leyes sabias, libres y amadas, deseamos vivir.
Queremos, ante todo, que con la paz fecunde la tierra que sustenta el árbol secular. Su sombra bienhechora derrame generoso sobre el pueblo del euskera libre, noble y audaz
The Oak of Guernica El R o b l e de Guernica (traducción de Justo de Garaté)
William Wordsworth, poeta inglés
¡Roble de Guernica! Árbol de poder aun más sagrado que el profético roble que conservó en Dodona, una voz divina, que partía de lo profundo de su aérea enramada, según una fe asaz crédula. ¿Cómo pudiste florecer en esta hora de destrucción? ¿Qué gozo y qué esperanza pueden traer a tí, ya la luz solar ya las suaves brisas del atlántico mar? ¿O las tiernas lluvias de Abril, y los matutinos rocíos? Si dentro de tu círculo sombrío, nunca ya se juntaran aldeanos y señores en sus asientos señalados, esos legisladores de mente elevada, guardianes de la antigua libertad de Vizcaya, sería misericordioso y bienvenido el golpe que extendiera tus ramas por la tierra.